viernes, 22 de noviembre de 2024

 01.11.2015 12:24 / educación

Educación ni laica, ni gratuita ni obligatoria.

 

 

El cambio del ADN educativo sólo podrá hacerse desde la sociedad civil organizada

La educación ya no es ni laica, ni gratuita ni obligatoria.

                                                                                                                                                                                                          Comparto el pesimismo acerca de la posibilidad de introducir cualquier cambio en la enseñanza, mientras se mantenga la gestión actual del sistema de enseñanza público y estatal, lo cual es responsabilidad del Dr. Vázquez desde su anterior gobierno (el Frente Amplio gobierna hace 128 meses y no 8 como dijo el mandatario) siendo además que  termina respaldando en los hechos a las fuerzas conservadoras, que boicotearon hasta un mínimo plan piloto antes que este se pusiera en marcha y ni que hablar de un plan de reforma.

Esto no quiere decir que no haya forma de cambiar la educación. Por suerte hay ejemplos que muestran buenos resultados y en plazos cortos, tanto locales como internacionales. Me refiero a Chile, cuyo modelo muestra una mejora continua de resultados propios y comparativos, habiéndonos superado ampliamente en el porcentaje de alumnos que culminan enseñanza secundaria, y obteniendo mejoras en los niveles alcanzados en las pruebas PISA. Este modelo de gestión exitosa de la enseñanza pública, es demonizado sin argumentación, descalificándolo y descartándolo, por parte de quienes se oponen a la mejora de nuestra educación pública.

A nivel local tenemos el ejemplo de los institutos públicos y gratuitos, pero de gestión privada que evidencian que con una gestión por fuera de la burocracia que maneja el sistema público, se pueden obtener resultados similares a los liceos privados, pero trabajando con alumnos de nivel socioeconómico bajo.

No hay necesidad de inventar nada, ni de realizar prolongados congresos y debates educativos, simplemente hay que aplicar lo que ya se ha probado que funciona. Deberíamos aplicar el sistema chileno de vouchers educativos (lo mismo ya se aplica en la salud pública y privada a través del Fonasa, por lo cual si copiamos y lo aplicamos a la enseñanza lo llamaría Fonasa Educativo).

También se debe promover el más amplio acceso a recursos económicos a los institutos públicos de gestión privada, para que cada vez más alumnos puedan acceder a ellos y escapar del fracaso educativo al cual están condenados los alumnos pobres en el sistema público actual.

Por supuesto  que lo que sí ha quedado claro, es que al igual que sucedió con la implementación del plan Ceibal, el cambio no podrá ser posible si se lo intenta llevar adelante desde las estructuras burocráticas que manejan la enseñanza pública.

El cambio tendrá que implementarse por fuera de las mismas. Las organizaciones burocráticas, con el paso del tiempo, pasan a ser un fin en sí mismas, dejando de lado los objetivos  para los cuales fueron creadas, y solo defienden por sobre todas las cosas sus propios intereses y supervivencia. En este caso los resultados educativos dejan de importar en lo absoluto.

Es muy importante entonces, que aquellas personas e instituciones u organizaciones que sean afines a generar un cambio en nuestra educación, se unan, se organicen y se nucleen en un Foro o Asociación por el Cambio Educativo, para promover y habilitar que estos cambios posibles se lleven adelante y logren vencer las enormes resistencias que enfrentan.

Este fue el camino recorrido por José Pedro Varela, que hizo posible la reforma de nuestro sistema educativo. Para poder llevar adelante su reforma, fundó la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, en 1868 junto con otros intelectuales de la época, como Elbio Fernández y Carlos María Ramírez. Pretendían subsanar las graves deficiencias del sistema vigente y fortalecer las instituciones sociales de la población sobre la base de una preparación intelectual básica.

Desde los comienzos del Artiguismo el incipiente Estado oriental trató de fundar escuelas públicas; pero la enseñanza primaria había estado  básicamente a cargo de colegios religiosos privados, a los que accedían solamente, y salvo excepciones, niños de la clase alta y media-alta, mientras el grueso de la población estaba fuera del sistema.

A 140 años del inicio de la reforma Valeriana, es necesario unir fuerzas para rescatarla y relanzarla, dado que la educación pública reitera la situación pre - Valeriana. Hoy en día reciben educación de nivel suficiente y completa, solo los alumnos de los sectores socioeconómicos medios y altos, mientras los sectores pobres son expulsados del sistema educativo.

La educación pública ya no es gratuita, ni laica, aunque no en sentido religioso, sino político, y mucho menos obligatoria, dado que más del 60% de los alumnos no la culmina. Nuestro sistema actual en lugar preparar al niño para ser hombre y ser ciudadano, para cumplir estrictamente con sus deberes y hacer un uso inteligente de sus derechos, como lo expresó Varela, se ha transformado en una gran fábrica de Ni – Ni.

Es imperioso reflotar y relanzar la reforma Valeriana. Hoy es más necesaria que nunca. Y tal como sucedió hace más de 140 años el camino para lograrlo parece ser el mismo.