@| El Estado Uruguayo y la burocracia que lo maneja se encuentran abocados a la tarea imparable de prohibirnos cada vez más cosas.
Piensan que los ciudadanos somos seres incapacitados de tomar nuestras propias decisiones. Mientras ellos, iluminados de por sí y ante sí, conocen mucho mejor que nosotros nuestras propias necesidades, y por ende tomarán por nosotros mejores decisiones.
El primer paso, ante la incapacidad de resolver todas las cuestiones que se les presentan, es prohibir.
Primero prohíben cualquier cambio o modificación, así pueden tomarse los largos tiempos burocráticos que implica cualquier decisión, mientras estudian, ordenan, regulan, o reacomodan el mercado. Cada oficina y cada funcionario se encuentran empeñados en la misma loable finalidad, encontrar algo que puedan prohibir, regular, y decidir, en lugar de los ciudadanos, conculcado y avasallando nuestros derechos y libertades.
Para no hacer una tediosa enumeración, solo citaré algunos ejemplos de reciente implementación, que evidencian como paso a paso y día tras día vamos perdiendo nuestra libertad de elección, a manos de una burocracia imparable, que crece como un cáncer que va colonizando y consumiendo al organismo donde se ha implantado.
Muy recientemente el estado a través de la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas ha prohibido a sus ciudadanos utilizar páginas de apuestas internacionales. Para ello decidió bloquear el acceso a dichas páginas. Estableciendo de hecho un monopolio y decidiendo por los ciudadanos donde pueden apostar.
Solo falta que el correo decida reordenar el mercado para luego estudiar y decidir si da su habilitación para que usemos Gmail.
También tal vez el estado prohíba todo otro medio de comunicación salvo el uso de SMS, debido a que ANTEL también prefiera reordenar el mercado y nos prohíba usar WhatsApp.
Realmente muy grave las atribuciones censoras que se adjudican por derecho propio algunos burócratas.
Pero no son los únicos.
La IMM también primero intentó prohibir el ingreso de nuevos servicios de transporte de pasajeros, y como no lo logró, ahora decidió prohibir el ingreso de nuevos conductores de aplicaciones, porque también piensa estudiar y regular el mercado.
Hasta ahora la regulación y prohibiciones de la IMM nos había provisto de un insuficiente y riesgoso servicio de taxis. Pero a pesar de su fracaso, piensa que en un nuevo embate regulacionista y prohibicionista, va a lograr lo que no logró antes.
El MSP tampoco se queda atrás y como no puede controlar a unos pocos individuos que hacen socios mutuales cobrando por ello, nos prohibieron cambiarnos de mutualista, salvo que a algunos burócratas del MSP les parezca que nos asiste la razón y nos autoricen a elegir otro lugar donde asistirnos.
Se ve que estos funcionarios, elegidos tal vez por alguna divinidad, saben mucho mejor que nosotros si debemos o no estar satisfechos con la asistencia médica que recibimos.
También las autoridades de la enseñanza saben mejor que nadie cual es la mejor institución educativa para nuestros hijos. No hay posibilidad de elegir un centro u otro. La autoridad nos dice en qué lugar deben educarse nuestros hijos. Claro que algunos pueden elegir, pagando doblemente, en el caso de que opten por institutos privados.
Pero, ya desde el primer congreso educativo, (convocado por el presidente Vázquez, y su ley de educación), que propuso la prohibición de toda enseñanza privada, no han faltado voces que claman por la abolición de tal opción para los ciudadanos, que deciden pagar por su libertad de elegir donde educar a sus hijos.
Con la última ley de medios, el estado considera pertinente determinar el origen de la música, y de los productos audiovisuales que debemos ver, y además durante cuánto tiempo del día, como ciudadanos inmaduros que considera que somos. Y si la producción audiovisual nacional no me gusta y no quiero verla, y prefiero ver y escuchar producción cultural de otros orígenes, quién es el estado para determinar que programación deben pasar los medios de difusión.
En todas estas áreas, donde el estado ha resuelto que no hay nada mejor que sus decisiones y regulaciones, siempre acompañadas de prohibiciones variadas, los resultados han sido un deterioro persistente de los servicios ofrecidos a los ciudadanos.
Ha sido así en materia de servicios de transporte, de enseñanza, de salud, y lo seguirá siendo en cualquier otra área donde el estado decida implantar un monopolio conculcando las libertades de decisión de los ciudadanos.
Llama poderosamente la apatía y la falta de reacción de la ciudadanía frente al avance permanente del estado sobre la libertad. Sobre todo, porque la conculcación progresiva de las libertades, es el inicio del camino hacia el totalitarismo, sea del signo ideológico que sea.
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